miércoles, 16 de abril de 2014

ICEFIELDS PARKWAY, Canadá



En Canadá, La Icefields Parkway atraviesa, a través de un total de 232km y una altitud de 2.068m, los espectaculares Parques Nacionales de Jasper y Banff, en el corazón de las Rocosas canadienses.

La conocida como “Carretera de los campos de hielo”, es un auténtico recorrido panorámico, ya que fue planeada únicamente con ese fin. Fue construida en la década de 1930, la época de la Gran Depresión, para dar empleo a los miles de trabajadores que se habían quedado sin él y poder mostrar al mundo la belleza de estos parajes. La obra finalizó en 1940, y en el año 1960 se amplió hasta su longitud actual. Debe su nombre a las numerosas llanuras heladas presentes en su recorrido, visibles desde la propia carretera.

La carretera discurre entre picos de nieves eternas, glaciares, lagos de aguas prístinas, profundos valles y campos de hielo. Su recorrido domina el agreste paisaje de las Montañas Rocosas canadienses, uniendo las localidades de Lake Louise y Jasper.

En su recorrido es posible contemplar 20 picos de más de 3.000 metros de altura, 25 glaciares y 7 inmensas praderas de hielo. Conocida oficialmente como Highway 93, atraviesa dos provincias canadienses, Alberta y Columbia Británica, siempre paralela a la divisoria continental.

A diferencia de otras vías de montaña, la Icefields Parkway cuenta con una calzada amplia de dos carriles en cada sentido, con curvas y pendientes suaves, siendo una carretera construida con el único fin de disfrutar sin sobresaltos de la naturaleza salvaje de esta parte de Canadá. Está prohibida la circulación de camiones comerciales y el límite de velocidad está establecido en 90 kilómetros por hora, aunque es incluso inferior en algunos tramos. Para circular se necesita un permiso especial de parques nacionales. En invierno es obligatorio el uso de cadenas y es habitual que permanezca cerrada durante determinados periodos a causa de las condiciones meteorológicas.

Una de las principales atracciones del recorrido es el glaciar Athabasca, nombrado así por la tribu india que habitaba estas montañas hace siglos. La base del glaciar es accesible a pie y es posible contratar visitas organizadas en el Centro de Interpretación del Hielo que hay junto a la carretera. Estas excursiones llegan hasta la morrena del glaciar y se realizan a bordo de unos enormes autobuses preparados para circular por la nieve.

De entre los numerosos lagos que jalonan el trayecto destaca el Peyto, designado así en honor a Ebenezer Peyto, un antiguo guía a trampero de la zona. Situado a 1.880 metros sobre el nivel del mar, cuenta con una longitud de 2,8 kilómetros y una anchura de aproximadamente 800 metros.

Aunque, sin duda, uno de los mayores atractivos de este viaje es contemplar de cerca la fauna autóctona: osos grizzlies, osos negros, ovejas bighorn (grandes cuernos), cabras blancas, alces, ciervos, pumas, águilas, lobos grises… en ocasiones es posible, incluso, ver a alguna de estas especies a la orilla de la carretera. Los más peligrosos y difíciles de divisar son los osos, con los que hay que guardar las distancias sino queremos llevarnos más de un susto.

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